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Regalos Verdaderos

Comenzamos cada año con los regalos por navidad y reyes. Los niños esperan que unos mágicos reyes venidos de Oriente colmen sus sillones de juguetes con los que llevan soñando todo un año cargado de ilusiones. Pasa poco más de un mes, y los enamorados esperan que se consolide el cariño mediante alguna "espontánea flor" que un santo, al que le encantan los grandes almacenes, deposita en nuestras vitrinas. Transcurre más tiempo, y se nos avecinan cumpleaños, fiestas señaladas y otras onomásticas para que nos preparemos para envolver nuestras peculiares muestras de cariño. Y así discurre el devenir del tiempo, hasta que otro chavalín llegado desde el Ártico llena de emoción unos calcetines colgados de abetos. Y vuelta a empezar. La pregunta es: ¿Acaso regalar objetos basta para demostrar cariño y afecto, y dar lo que un alma necesita?

En este mundo, se regala cada vez menos lo que verdaderamente se puede apreciar sin que haya que ponerle el valor pecuniario que reza en una etiqueta. Cada vez brindamos menos al prójimo la oportunidad de sentir un temblor, de emocionarse, de guardar tesoros en la memoria que no se irán y, en fin, de hacer que perdure en su recuerdo un instante fugaz y hermoso de su vida. Porque los regalos, a veces, no vienen envueltos en ninguna caja. Porque los objetos materiales que damos, algún día, serán pasto del óxido y el olvido de los desvanes, a diferencia de los recuerdos hermosos que duran en la memoria de quien los vive hasta que muere e, incluso, se vuelven inmortales en el recuerdo de alguien que conoció en vida. Por estas razones, entre otras, nos deprimimos más, nos sentimos más solos, y estamos más carentes de algún momento inolvidable.

No hay nadie que nos abrace de verdad. No hay nadie que deje de preocuparse de guardar las formas para quedar bien con nosotros mediante una postal navideña cuyo mensaje es más falso que un billete de 10 céntimos. Sentimos poco, y hablamos poco con el corazón. Hablamos por gastar palabras, en una suculenta cena, y, como no podía ser de otra forma, al final siempre nos queda esa sensación de vacío impenetrable que un paquete sólo colma durante el instante en el que lo miramos. Nos damos muchas cosas, pero no nos regalamos nada, al fin y al cabo, porque estamos carentes de temblores, emociones, etc.. Lo que verdaderamente vale. El verdadero regalo de existir y saber que otros son conscientes de que existimos.

Efrén Alemán García

¡Mujeres al poder!

Hace años así me decía un amigo mío. Estaba convencido que si el mundo fuera gobernado por mujeres, nos iría mucho mejor. No quiero hacer de este artículo un tratado feminista. Sólo quiero mostrar una reflexión que muchas veces me he planteado a raiz de esta frase, que tan impresa quedó en mis recuerdos.

Por lo general, la mujer tiene una sensibilidad y una empatía muy por encima del hombre.Y digo en general, porque existen muchas excepciones. Muchos hombres tuvieron la osadía de poner de manifiesto esa sensibilidad, pero claro, para el resto era un signo de debilidad.

¿Que hay de Vicent Bangog?, por poner un ejemplo, fué tachado de loco.Quizás fué frustrante que su sensibilidad y su forma de ver el mundo chocará con el gran materialismo, tráfico de influencias, ansías de poder, y un largo etcetera de pecados capitales,que son los dogmas que mueven este mundo. Y así una larga lista de artístas como Antonin Artaud, De Chirico, y como no, del género femenino la gran poeta Argentina Alfonsina Storni. Todos estos artístas, de una gran sensibilidad, trataron de luchar contra el sistema, pero este pudo con ellos.

Después de esta introducción,lo que quiero hacer ver es un plano superior de sensibilidad, que por lo general, posee innatamente el género femenino.

Esta sensibilidad y empatía es lo que le falta a los gobernantes del mundo. No puede ser que imagenes, desgracidamente tan cotidianas en nuestras sobremesas, no toquen la fibra sensible de los corazones de nuestros gobernantes, y pasen a ser sólo problemas de Estado, y números de estadísticas.

Ser sensible no es una debilidad, sino una virtud. Detrás de cada número de esas estadísticas hay una historia. Detrás de cada lágrima de una madre, hay un hijo. Detrás de cada llanto de un niño hay miedo o hambre. Detrás de la impotencia de un padre, hay una familia entera.

Y no dejemos de lado, como mujer que soy y en el día en que estamos, la violencia contra la mujer. Pero señores gobernates,no es sólo un día,el dedicado a la igualdad de género. Deben ser los 365 días del año. Y aqui si pongo números.
Yo con este artículo les invito a que reflexionen sobre esta posibilidad, que la mujer gobernara el mundo,con el único estandarte y bandera de la sensibilidad y creatividad de la que es poseedora.

Dedico esta reflexión a cada una de las victimas de la violencia machista. Sin números, sin estadísticas...

Araceli Orenes

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