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Sánchez

Sánchez

¿Es el Hombre?

Que todos los políticos son iguales es una frase que, por repetida, se ha hecho familiar cuando se comenta la vida y los hechos y desechos de esta denostada clase ciudadana. Y se pronuncia, no tanto por lo que hacen sino por lo que dicen, porque a decir verdad parece que todos dicen lo mismo de lo mismo o lo que quizás sea más cierto, la derecha dice mucho de lo que dice la izquierda y tanto conceptos, como palabras de unos, han sido tomadas y hechas suyas por los otros. Así oímos  a la clase conservadora llenársele la boca y hasta defender con la mejor oratoria, los conceptos y proyectos que, por lo general, pusieron en funcionamiento y trajeron al vocabulario cotidiano, partidos e ideologías nada conservadoras y desde luego de la orilla contraria a la derecha: servicios sociales, igualdad, derechos, bienestar, maltrato, protección, solidaridad y hasta democracia y libertad…Hoy la derecha es de izquierdas y puestos a ponerse, más de izquierdas todavía. Les importa poco el color del gato si puede cazar ratones.

Para poder distinguir, diferenciar y salir de esta ensalada, hay que conocer a cada cual por separado habiendo observado a lo largo del tiempo lo que viene siendo, si vocación u oportunismo. Hay que conocer al hombre en profundidad y saber de sus reacciones ante los retos a los que se ha enfrentado.

Sánchez: Me parece un hombre muy honesto, profundamente inteligente, hábil, conocedor de todos los rincones y vericuetos del entramado político tanto nacional como internacional, perseverante, hábil negociador, de convicciones profundas. Veterano donde los haya y ganador de mil batallas.

Ambicioso en sus aspiraciones y real en lo que propone. Un político que siempre ha tenido en su haber el no prometer aquellas cosas que no pueden realizarse.

Es un hombre convencido de que el futuro es algo que hay que conquistar cada día y que viene muchas veces cargado de dificultad. Que la lucha contra la intolerancia y la desigualdad, como  la justicia, es una tarea sin descanso.

Es el político que más claro lo tiene y más convencido está de que el ciudadano de hoy quiere que se le escuche y que se arreglen sus problemas. Por esta razón  marcan su horizonte dos bases fundamentales: crear empleo y sanear la economía  y hacerla competitiva. Y otras que son fundamentales en los tiempos que corren escuchando las voces que las reclaman, cambios políticos y más democracia.

Sánchez puede ser el hombre que cambie el concepto de que la política no es el problema, sino la solución. Sabe muy bien que el ciudadano, ha empezado a pensar que la política es una fuente de problemas. Es un hombre, que conoce el peligro que tiene para la democracia la extensión de estos conceptos. Que la vida política y la misma democracia, necesitan una regeneración profunda acorde con el nuevo siglo. Es la única voz que anuncia el cambio de leyes para esa regeneración democrática, para luchar contra la corrupción, para cambiar ciertas formas de actuación política.

Escuchar, hacer y explicar son sus ejes de actuación en su primer compromiso.

Hoy es fundamental escuchar a la calle, oír sus propuestas. Profundizar en las señas de identidad del socialismo democrático español, cuáles son el progreso y el cambio.

Nada está decidido y conviene meditar. Todo es política y en la política está la solución, pero hacen falta, al frente de ella, hombres y mujeres con vocación y convicción, personas sencillas con ideas claras y decisiones honestas. Hemos de creer que hay personas con espíritu de servicio y con ganas de hacer cosas por los demás. Son las personas que cada día  le dan un empujón a la historia.

No todos los políticos son iguales. Hoy los necesitamos más que nunca y de la mejor casta posible. No podemos seguir más tiempo navegando en el desánimo y la desesperanza. Proyectos de cambio siempre fueron las señas de identidad del partido socialista y deben volver a serlo en la realidad y en la memoria ciudadana, pues hombres y mujeres tiene con capacidad y solvencia, credibilidad y talento. Sánchez pasa el examen con notable.

A. Marín Prieto

No soy un moroso. Soy un estafado e ignorado por un sistema capitalista brutal y despiadado.

Yo era un ciudadano productivo más, de los muchos que hay como yo, víctimas del escándalo financiero que se está produciendo y encubriendo en nuestro país por las fuerzas políticas existentes. Trabajaba con ilusión, pagaba mis impuestos, generaba puestos de trabajo y riqueza.

Suscribí una hipoteca con el mismísimo diablo disfrazado : una de las entidades más fuertes del panorama económico y financiero nacional e internacional, el Banco de Santander. Pagaba puntualmente la misma hasta el momento en que una enfermedad degenerativa se apoderó de mi cuerpo y, con ello, de todas mis posibilidades de mantener la misma vida laboral y productiva que hasta ese momento había realizado. La nueva discapacidad me fue generando unos costes económicos de adaptabilidad de vida, consultas médicas y tratamientos, que nuestro actual sistema político y Administrativo, no cubre ni de lejos en su totalidad

Puse en conocimiento de esta entidad bancaria mi nueva situación, confiando en que su anunciada respetabilidad me correspondiera con el mismo apoyo que yo un día les dispensara a ellos, que respondieran a la confianza que yo les deposité al suscribir mi operación de crédito. Esperaba que ante mi nueva situación de invalidez, con la que he perdido una importante movilidad y me obliga a desplazarme en silla de ruedas, el banco respondería con la indemnización económica de la póliza de seguro que en su día me obligaron a contratar y, que preveía este tipo de situaciones, más la de accidente o fallecimiento.

Pero lejos de descontar ese importe de mi hipoteca y presentar una propuesta de amortización que se adaptase a mi nueva situación económica, me convertí en presa de sus constantes acosos y malas maneras. Poniendo la guinda a estos abusos el mismísimo Director de la Sucursal del Banco de Santander que me concediera en su día la hipoteca : esta persona entró en mi domicilio particular saltando por encima de una puerta que se encontraba cerrada, ante la presencia de testigos que en ese momento se encontraban en el domicilio (se acompaña fotocopia de la denuncia presentada al siguiente día ante la policía autonómica catalana).

Hoy me encuentro con que se han comido mis ahorros y una buena parte de los ingresos que obtenía cuando podía desempeñar mi trabajo. Pretenden embargarme mi hogar y dejarnos a toda la familia en la calle, prestos a subastarlo por un importe muy inferior a su valor real y al que en su día yo mismo suscribiera, para beneficio de crápulas y subasteros.

 

Ese es el Banco de Santander. Una de las entidades que más fondos públicos y privados recauda y gestiona ; una de las entidades que más beneficios económicos habitualmente declara. La misma que se jacta de invertir 200 millones de euros en el equipo de Ferrari y Fernándo Alonso, para seguir luciendo poderío en esta España de amodorramiento, de circo y pandereta. La misma que financia con fortunas inmorales la compra de futbolistas, para que ese poderío, forjado con el dinero de sus clientes y los abusos que le permite el Gobierno ejercer sobre los mismos, traspase fronteras y muestre al mundo el despilfarro que existe en este país, por encima de necesidades sociales de primer orden, por encima de conciencias y personas desesperadas, para hacer todavía más evidente la falta de sensibilidad y compromiso con una sociedad que le ha permitido todo y, que ha aceptado ser el lugar ideal para la codicia de banqueros y políticos.

Un país, que no siendo ni de lejos la tercera potencia económica mundial, ha metido entre las filas del capitalismo internacional al tercer banco más potente, ese que con nuestro dinero se ha convertido en uno de los más ricos, pero también en uno de los más pobres en gratitud y calidad humana. Ese que ha sabido, como todos sus homólogos nacionales, aprovecharse de la bondad de las gentes conformistas de este país y, de una legislación que parece proteger únicamente los intereses de estas entidades, en detrimento de los más débiles. Una legislación que utiliza la maquinaria democrática y su Estado de Derecho, para dar forma a un inverosimil escenario de injusticia para sus ciudadanos y, albergar a un gran número de insaciables tragaperras que se han acomodado bajo las sábanas celestiales de este fantástico paraíso financiero, situado al sur de Europa.

Este es su banco y cada día el de más gente, el mismo en el que invierten su vida y su dinero.

Estoy aquí y me he plantado porque deseo poder mirar y que me mire a los ojos uno de los hombres más ricos del mundo : el Sr Botín. para que sepa de donde sale una sustancial parte de sus beneficios y de su dinero, de tragedias como la que hoy os cuento.

José Luis Burgos

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